*Narra
Joesu*
-¿A
qué me refiero dices? -reí- Eres una ningyou.
-¿Ningh...
Ningyou? -su cara era divertida-.
-Estás
muy perdida, mejor lo dejamos para más tarde.
-Eh
-se quedó unos segundos pensando-. Sí, prefiero que encuentres a
mis amigos.
-Siendo
quién eres puedes hacerlo tú sola -abrió la boca para decir algo
pero seguí hablando-. Piensa en ellos, mejor, piensa solo en uno de
ellos. Así le será más fácil.
-¿A
quién? ¿No ibas a ser tú el que me ayu...?
Un
gato negro con el final de la cola blanca se subió en mi hombro.
Dejando a la chica con la boca abierta.
-Están
cerca del pueblo, les falta poco para salir del bosque -dijo el
gato-.
-Muchas
gracias -le dije acariciándolo un poco-.
El
gato saltó después de esto y la chica seguía totalmente de piedra,
ya casi podría decirse que es su estado natural.
-Primero
la nube, luego esto... ¿Me dejas un segundito?
-Sí,
claro... ¡¿Qué haces?! -se estaba pegando un pellizco muy fuerte
en el brazo, tanto que
se había hecho una herida y empezó a
sangrar- ¡Pero serás bestia! Deja de hacer eso.
-Vale,
podemos confirmar que no estoy soñando -miró su brazo-. Pero soy
muy floja aquí.
-Esto
es real. Deja de hacer el tonto, tengo que curarte eso de alguna
manera.
-No
es nada en realidad, mmm... ¿Joesu? -dijo mientras tapaba la herida
que no sangraba demasiado-.
-No,
necesitas que te curen esto. Pero no hay nadie de luz por ahora en la
casa... ¡Perfecto! Iremos a Pueblo Gummo, está cerca de aquí y
encontraremos a tus amigos allí.
Llamé
a Dniester que estaba sobrevolandonos felizmente mientras perseguía
unos pájaros. Últimamente le ha dado por hacer eso, no entiendo qué
clase de filia puede ser.
-Monta
-dije sonriendo y señalando con mis dotes de caballero-.
-¿Eh?¿Es
seguro?-preguntó obsevando de un lado a otro a Dniester-.
-Pues
claro que soy seguro y fuerte como un tisgarat
si tuviera músculos te lo enseñaría.
-Es
verdad que hablas -dió un par de pasos y se subió encima de él-.
Monté
también, le pregunté a Dniester si estaba bien pero decidió
responder simplemente “sí, yo soy fuerte y puedo con los dos,
además esta chica no pesa ni la mitad que tú” ¿Dniester
halagando a una chica? ¿Qué ha pasado con los pájaros?
-Ahora
sí que me podrás decir cuál es tu nombre.
-Oh,
es verdad. Me llamo Yui -estaba un poco nerviosa, estábamos a una
altura interesante-.
-Oye
Dniester, vaya alturitas. Baja un poco, ¿no?
-¿Alturitas?
¿Qué vocabulario es este, Joesu? -me respondió divertido- Estamos
cerca de una bandada de tamphilik.
-Eso
es bueno, podrían guiar a tus amigos al pueblo -la miré-.
-Vas
a usar otra vez esos poderes, ¿no?
-Te
he enseñado a usarlos, podrías hacerlo de nuevo.
-No
sé muy bien qué hacer.
-¿Ves
esos pájaros de allí? -señalé- Piensa en ellos, solo un segundo.
Qué pasaría si ellos se acercaran.
-Vale,
y qué má... -cuando el tamphilik se
posó en su brazo Yui se sobresaltó-.
-Venga,
habla con él.
-Ella,
si me lo puedes permitir -dijo la tamphilik
indignada- ¿Acaso no has visto que no tengo la cabeza negra como los
brutos esos?
-Perdón,
perdón -dije riéndome-. Adelante, Yui.
-¿Eh?
Ah, sí ¿Podrías ayudar a mis amigos a salir del bosque?
-¿Te
refieres a los que han achicharrado a Trilo?
-Achicharraron
a Trilobuto, ¿dices? -miré a Yui mientras me moría de risa-
Entonces, hay más de los que pensaba.
-¿Puedes
guiarlos hasta el pueblo? Por favor.
-Tiene
pinta de que ellos solitos van a llegar bien pero... Veré qué puedo
hacer.
-Vale,
gracias.
El
tamphilik, perdón, la tamphilik, salió a volar. Se metió entre los
árboles y dejamos de verla.
-Dniester,
¿puedes ir un poco más rápido?
-Sí
-dijo poniéndose en marcha-.
Llegamos
al pueblo, a la casa de luz, uno de los únicos edificios que
sobresalían en todo el lugar, excepto el ayuntamiento todo eran
casas pequeñas y casi todas de madera. Allí curarían a Yui.
-Necesitamos
ayuda, por favor -después de decir esto, una chica apareció por el
pasillo-.
-Pasa
por aquí, chica.
-Eso
me da mal rollo -me dijo mirándome extraño-.
-Siempre
da la primera vez pero, no es nada -pensé lo que acababa de decir y
empecé a reír-. Eso sonó horrible.
-Demasiado
-fue hasta la chica desapareciendo por el pasillo-.
Yo
me quedé observando el lugar, las paredes blancas sin ningún
motivo, nada colgado en ellas. Solo unos bancos de madera bastante
refinados, pensados para poder esperar o para tumbar a alguien en
caso de emergencia, decoraban la entrada.
No
solía ir mucho por allí, desde pequeño no me ha llamado la
atención nada de esto y menos aún con mi familia de por medio.
Escuché
voces por el pasillo, Yui ya estaba curada y me dirigí hasta ella.
-¡Eso
ha sido alucinante! -confesó-.
-¿Verdad?
-le sonreí- ¿Quieres comer algo? El mercado está en las afueras
del pueblo, no muy lejos de aquí. Tus amigos tardarán aún en
llegar.
-Pero...
-Si
lo que te preocupa es el dinero, no hace falta que me lo devuelvas
ahora.
Fuimos
hasta el mercado y allí compré algunos dulces que devoramos a la
velocidad de la luz. Yui se quedó mirando a una chica que estaba
hablando con unos tíos detrás de uno de los puestos, parecía estar
teniendo una discusión con ellos.
-¡Vamos
a ver, eran cuatro billetes, no dos! -se le oía decir-.
-Ya,
pero el material no era demasiado bueno que digamos -dijo uno de los
tíos-.
-Vamos,
no me jodas. Es lo mejor que se puede encontrar ahora, no es una
buena época para el contrabando, los mercaderes de...
-Para
el carro, yo no te estoy pidiendo explicaciones. No pienso darte
cuatro por esa mierda. Soy muy generoso por esos dos -siguió
hablando el que parecía el cabecilla-.
-Entonces,
devuélvemelo. Hay mucha demanda y... -acto seguido le tiraron los
dos billetes a la cara y se fueron con un “adiós” bastante
seco-.
-Mira,
ojalá les viole un oso mientras duermen. Me cago en mi vida -le pegó
una patada a una caja cerca de ella-.
-Tiene
cojones el asunto... -dijo Yui-.
-Ya,
pero no podemos hacerle nada.
Seguimos
andando y de repente a Yui se le cayó el colgante que llevaba y un
cuervo lo cogió y salió volando.
-¡¿Pero
qué...?! ¡Oye, tú! ¡Devuélveme eso! -el cuervo se posó encima
de uno de los tejados de madera de las tiendas, la chica de ante nos
miró riendo-.
-Anda,
devuélvelo -le dijo al cuervo-.
Éste
abrió su pico dejando caer el colgante en manos de la chica. La cuál
se acercó a Yui y lo depositó en su mano.
-Aquí
tienes, intenta que no se caiga de nuevo, a este -dijo mientras
señalaba al que parecía ser su cuervo- le encantan las cosas
brillantes.
-Gracias...
¿y tú eres...?
-Svetlana.
Bueno, yo... -miró hacia arriba, su cuervo estaba inquieto- Debo
irme. Hasta pronto.
Salió
corriendo tras su cuervo, a lo mejor debía alimentarlo o algo así.
Aunque de una traficante poco se puede saber a ciencia cierta.
-Hasta
pronto -dijo Yui moviendo su mano extrañada-. Qué tía tan rara.
-Sí,
pero yo le daba.
*Narra
Dan*
Siguiendo
a un pájaro, lo normal ¿verdad? Nora estaba convencida de que nos
estaba llevando hasta Yui.
-¿Estás
segura de esto? -dijo Sitka, él estaba igual que yo-.
-Algo
me lo dice, no sé porqué -dijo Nora mientras seguía caminando-.
-Yo
me fio de ella -añadió Vee-.
-Yo
también -dijo Yukari que casi se cae con una raíz de uno de los
árboles-. Además no tenemos nada que perder.
Tras
un rato caminando y perdiendo aún más las esperanzas de que Nora no
estaba loca, se veía el final del bosque. Tanta luz que casi me
arden los ojos. A lo lejos se veía una especie de pueblo.
-¡Algo
me lo decía! ¿Lo véis? -dijo Nora sonriendo-.
-Vamos
al pueblo, con suerte Yui está allí -dijo Vee-.
El
pueblo estaba más cerca de los que parecía miré a un lado, había
un mercado. Había mucho más ajetreo de lo que pensaba. Los
mercaderes gritando para anunciar sus productos, los aldeanos
comprando o intentando regatear. Busqué con la mirada una cara
conocida y allí estaba, acompañada de un chico.
-Está
ahí -la señalé-. Creo que la he visto-
-La
habrá atraído el olor a dulces -dijo Vee con cara pensativa
mientras comía chocolate ¿de dónde saca tanto?-.
Llegamos
y allí estaba. Yukari gritó su nombre y Yui se lanzó a sus brazos
casi cayéndolas al suelo.
-Creí
que no te encontraríamos -dijo Yukari sobándole el moflete contra
el suyo-.
Dejé
la escena yuri a parte y miré al chico que estaba con Yui, el cuál
empezó a acercarse a mi invadiendo mi espacio personal.
-Oye
guapa, ¿cómo te llamas?
-Soy
un -me taparon la boca en ese instante-.
-Una
tía, una tía, se llama Dana -dijeron riéndose-.
Continuará...
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