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jueves, 11 de mayo de 2017

Bienvenidos a Aluion Capítulo V.


*Narra Yui*
-Que... Si me acompaña, señorita -no sé cuánto tiempo había estado embobada observando el brillo de su calva-.
-No, señor, yo... Yo tengo que buscar a mis amigos -dije intentando sonar lo más convincente posible-.
-Ah, -sonrió, no sé cómo describir esta sonrisa pero, algo no pintaba muy bien- yo puedo ayudarla a encontrarlos.
-¿De verdad? -no es que me diera muy buena espina pero... A lo mejor son solo imaginaciones mías y es un señor normal-.
-¡Claro, señorita! Acompáñeme y le ayudaré a encontrarlos.

Empezamos a caminar, andaba a más velocidad de la que pensé que lo haría. Me detuve a observarle un poco. No estaba calvo del todo, todavía tenía pelo canoso alrededor de su calva brillante. Sus cejas eran muy pobladas y con una extraña forma. Su cara estaba muy arrugada y vestía con una camisa roja anaranjada con unos pantalones de pinza marrón oscuro.
Me dijo que su casa no estaba demasiado lejos y que llegaríamos en poco tiempo. No le pude seguir demasiado la conversación, no dejaba de oír voces, ¿será que el venir aquí ha roto mi mente?
Llegamos a la casa poco tiempo después, estaba un poco destartalada pero era más que una casa, una mansión. Otra mansión. Entramos en ella, el anciano me condujo a lo que parecía un despacho, me giré para preguntarle cómo podría ayudarme pero él estaba en la puerta cerrándola con el pestillo.

-¿Qué se supone que está haciendo?

-Señorita... Hablemos claro, usted debe pagarme algo por ayudarla.

-Usted no dijo nada de pagar nada.

-Por supuesto que hay que pagar, señorita. En esta vida todo tiene su precio y lo gratis nunca funciona -dijo mientras se acercaba a mi-.

-Señor, con permiso, yo me voy. No puedo pagarle con nada.

-Claro que sí -acto seguido se abalanzó sobre mi, llevando sus manos a mi pecho-.

-Pero... Serás hijo de puta -le pegué un golpe en el estómago y cayó de rodillas en el suelo-. Es que me cago en todos tus muertos -le pegué varias patadas en sus partes -dejándolo en el suelo tumbado en posición fetal-.

Salí de la habitación después de asegurarme de que el pervertido no se movería por un tiempo. Me metí en otra habitación, la más lejana que pude, en ese momento escuché un gemido ronco. Ojalá no hubiese entrado. La imagen que tenía delante no era demasiado... Agradable de ver. El chico estaba con cara de susto con todavía su mano en su miembro viril.

-Ahm... -me había quedado totalmente bloqueada-. Llego en mal momento -miré al suelo, pero fue peor. El charco de líquido amoroso estaba a dos pasos de mi-.

-¡Ha salido mucho! -dijo la nube que se encontraba flotando cerca del chico- ¡Bien, Joesu!

-¿La nube acaba de...? -si antes estaba sorprendida ahora era aún peor- Da igual, yo... Me voy -señalé la puerta-.

En ese momento el viejo entró en la habitación, parecía completamente recuperado. No puede ser, le había dejado como para estar dos días en un hospital.

-Señorita... Es usted muy traviesa -dijo limpiándose la baba con el brazo-.

-Tomi, se te está yendo mucho la cabeza. Hoy pongo yo lo que quieras pero... Deja a la pobre chica.

-¿Cómo que pobre chica? Esta señorita me ha hecho gastar todo mi maná para recuperarme de la paliza que me acaba de dar.

Ante esto el chico empezó a reír y la nube lo siguió. Yo estaba todavía sorprendida, no podía mover ni un solo músculo.

-Bueno, -seguía riendo- ¿qué hace esta chica aquí?

-Ha perdido a sus amigos y necesita encontrarlos. La he traído para que la ayudes pero... Antes quería cobrarle los servicios.

Me quedé mirando al chico ¿esta persona es la que me va a ayudar? Tenía aspecto de rompecorazones. Con esta primera impresión no sé si fiarme demasiado de él.

-Si esto lo hacemos gratis, cabrón. Deja de pensar con la segunda cabeza de una vez -hizo una pausa y se giró hacia mi-. Discúlpale, está ya un poco senil -ante esto el viejo empezó a rechistar pero el chico le hizo una mirada fulminante y paró-. Acompáñame, te prometo que aunque estés de buen ver no te voy a hacer nada que no quieras.

Salimos de la habitación y empezamos a caminar, no dejaba de oír susurros y voces. Miré a mi alrededor pero no había nadie excepto el chico y yo.

-Mi nombre es Joesu Papollas y, ¿el tuyo? -me miró, no lo había entendido por culpa de las malditas voces-.

-Eh... Lo siento. Estoy escuchando unas voces y...

-¿Tú también las oyes? ¡Qué bien, una compañera!

-¿Compañera? ¿Me he vuelto esquizofrénica ahora?

-No, mujer -rió-. Tú también perteneces a la tierra.

-¿A la tierra? ¿A qué te refieres? -le dije extrañada-.

*Narra Fenris*
Después de lo que me dijo Xross me quedé un poco extrañado, no solo por su salida de la biblioteca. Si no por su búsqueda en el bosque. Estaba seguro de que se había abierto el hueco espacio-temporal. El mismo que se abrió para que Xross viniera a este mundo.
Rebusqué entre los libros de profecías. Si habían venido a este mundo estarían allí.

-¿Eh? Qué extraño. El libro debería estar aquí -se me escapó en voz alta-.

Los libros de esta biblioteca, se crean con magia. No hay dato que no esté recogido. No sé qué habrá pasado.

-¿Qué pasa? -dijo una voz tras de mi-.

-Ah, nada Iraku. Un libro que no está -respondí tranquilo, este hombre siempre me ha dado 
respeto-.

-¿Cómo que ha desaparecido un libro? No recuerdo que hubiese ningún trasgo por aquí.

-No, si hice un hechizo para trasgos, les permite entrar, pero no salir.

-¿Eso no es un poco cruel?

-Puede. Pero tampoco es que merezcan un trato mejor. No dejan de desordenar y perder todo objeto que llegue a sus manos.

-Ya pero... Bueno, ¿y por qué no miras a ver si Ecthelion puede ayudarte a encontrarlo?

-Es lo que pensaba hacer. Si tengo noticias te lo haré saber -dije marchándome-.

-De acuerdo.

Podría haberme teletransportado hasta Ecthelion pero decidí seguir dando un pequeño paseo. Esta biblioteca es de diez hectáreas. Por lo que será un camino un poco largo. El ambiente aquí es tan relajado que llega a causarme escalofríos.
Tras un buen rato, lo encontré. Llamé su atención y el viejo balamar me miró con una mirada cansada, algo habitual en él.

-¿Qué necesita?

-El libro de profecías de este año, necesito consultarlo unos segundos. No puedo hacerlo aparecer con magia.

-Lo tienen las nornas.

-¿Las nornas? ¿Es que acaso ha cambiado el destino?

-Eso no lo sé. Por mucho que le dije a Elladan que me dijese el motivo, no cedió un instante.

-¿Crees que debo consultarlas?

-Inténtelo al menos. Aunque con lo serias que estaban no creo que consiga nada. Ni Elladan, con lo sonriente que es, era capaz de hacer la más mínima mueca.

-Una posibilidad de conseguirlo siempre hay -me despedí de él y me puse en marcha-.

Esta vez, no dudé en teletransportarme, las nornas viven el bosque hay cerca de las montañas, en su más profundo claro. Acabé en el borde de su barrera protectora, hoy no se andan con tonterías.
El que antes era un gran jardín lleno de flores y faunas. Ahora era un paraíso helado casi sin vida en él. Las decisiones de las nornas hacen que la estación pueda cambiar de un momento a otro. Elladan me miró con una mirada sin vida. Sus ojos sin iris y su pupila completamente dilatada hacía que se me pusiera la piel de gallina.

-Alma, kur-me respondió en élfico-.

-Alma, Elladan. Necesito tu ayuda y la de las demás nornas si es posible.

-Sabía que vendrías pero, en nada podremos ayudarte -bajó su cabeza, se la veía nerviosa y sus ojos habían vuelto a su estado natural.

-¿Tan malo es mi destino y el de Aluion? -estaba algo preocupado, ella siempre me ayudaba con una sonrisa, nunca me dió, ni me dará mi destino pero sí unas profecías magníficas-.

-No es malo, Fenris. El destino nunca lo es. Las piedras que se les pone al camino que debemos seguir nos hacen más fuertes de corazón.

-¿No podrás mostrarme al menos el libro de profecías del año?

-No, el destino ha cambiado, es lo único que puedo decirte -me miró a los ojos-.

-Entonces probaré a encontrar lo que busco con mis propios trucos y paciencia. Porque...

-No debes vestirte rápido si vas con prisas -siguió mis palabras con una sonrisa-.

Me giré para irme pero ella puso su mano en mi hombro.

-Narak law lin -dijo con tono preocupado-. Tel law lin.

-Hentale, Elladan. Namarie.

-Namarie, kur.

Me marché dando un paseo hasta el castillo, ¿de qué clase de melodía me ha intentado advertir?


Continuará...
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