miércoles, 5 de abril de 2017

Día Cero

Desde que vi una escena que marcó mi existencia, he hecho el símil entre mis sentimientos y un líquido, mi cuerpo y un vaso. Representando así, el cómo los escondía.
Días pasaban, semanas, meses. Cambié de idea. El vaso ya no era suficiente.
Vi como ese vaso rebosaba y estallaba en mil pedazos frente a mi y frente a todo mi alrededor... Luego no venía la paz, venía el arrepentimiento.

Probé a cambiar el vaso por un jarrón, no me fijé si quedaba algo en el fondo. Acababa de estallar, ¿por qué deberían quedar restos?
Siguió pasando el tiempo. Di mi mano sin pedir nada a cambio. Solo buscaba la sonrisa de la otra persona mientras pensaba "ahora estás mejor" y me alegraba por ella. Observando como mi jarrón se iba llenando de la esencia dañada de otros.

La vida pasa, cosas ocurren, ese jarrón sí contenía parte de mi pasado y se estaba mezclando con mi presente. Llenando poco a poco el poco espacio que le quedaba al jarrón. Todo ese peso. No busqué cómo volcarlo, intenté evadir el tema. Seguí ayudando esperando que mi jarrón se vaciara de alguna manera, tal vez el alivio de la otra persona conseguía hacerlo, tal vez esa calma en mi interior. Mentira. Mentiras piadosas que me repetía a mi misma para tapar la realidad.

Otra solución vino a mi cabeza, era un tiempo de calma o eso pensaba. Se avecinaban más tormentas.
Poner otro jarrón encima del mío y sellar la unión entre ambos. Romper la parte de arriba del jarrón superior para seguir llenándolo. Buena idea si no iba a recibir ningún golpe más. Pero ahí estaban, más golpes y con cierta intensidad. 

Se rompió el jarrón.

Se rompió la unión.

Quebró mi interior.

Yo lo llamé "Día Cero".

Una máscara y un jarrón ya no sirven más. A veces debes soltar lo que llevas dentro, buscar a alguien que después de verter su esencia dañada en ti puedas apoyarte en su hombro y verter esa esencia que aunque no parezca que está ahí después de haberte roto, está. El día cero es un comienzo, el comienzo para darte cuenta de que merece la pena seguir vivo y que aunque hayas roto por enésima vez tu vaso o jarrón o lo que tu cuerpo sea capaz de usar, todavía hay mañana en el horizonte.

Levántate de tu cama, abre las cortinas, deja la luz entrar. Sal a la calle vive y sonríe.

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