miércoles, 17 de mayo de 2017

"Bienvenidos a Aluion" Capítulo VI.

*Narra Joesu*
-¿A qué me refiero dices? -reí- Eres una ningyou.

-¿Ningh... Ningyou? -su cara era divertida-.

-Estás muy perdida, mejor lo dejamos para más tarde.

-Eh -se quedó unos segundos pensando-. Sí, prefiero que encuentres a mis amigos.

-Siendo quién eres puedes hacerlo tú sola -abrió la boca para decir algo pero seguí hablando-. Piensa en ellos, mejor, piensa solo en uno de ellos. Así le será más fácil.

-¿A quién? ¿No ibas a ser tú el que me ayu...?

Un gato negro con el final de la cola blanca se subió en mi hombro. Dejando a la chica con la boca abierta.

-Están cerca del pueblo, les falta poco para salir del bosque -dijo el gato-.

-Muchas gracias -le dije acariciándolo un poco-.

El gato saltó después de esto y la chica seguía totalmente de piedra, ya casi podría decirse que es su estado natural.

-Primero la nube, luego esto... ¿Me dejas un segundito?

-Sí, claro... ¡¿Qué haces?! -se estaba pegando un pellizco muy fuerte en el brazo, tanto que 
se había hecho una herida y empezó a sangrar- ¡Pero serás bestia! Deja de hacer eso.

-Vale, podemos confirmar que no estoy soñando -miró su brazo-. Pero soy muy floja aquí.

-Esto es real. Deja de hacer el tonto, tengo que curarte eso de alguna manera.

-No es nada en realidad, mmm... ¿Joesu? -dijo mientras tapaba la herida que no sangraba demasiado-.

-No, necesitas que te curen esto. Pero no hay nadie de luz por ahora en la casa... ¡Perfecto! Iremos a Pueblo Gummo, está cerca de aquí y encontraremos a tus amigos allí.

Llamé a Dniester que estaba sobrevolandonos felizmente mientras perseguía unos pájaros. Últimamente le ha dado por hacer eso, no entiendo qué clase de filia puede ser.

-Monta -dije sonriendo y señalando con mis dotes de caballero-.

-¿Eh?¿Es seguro?-preguntó obsevando de un lado a otro a Dniester-.

-Pues claro que soy seguro y fuerte como un tisgarat si tuviera músculos te lo enseñaría.

-Es verdad que hablas -dió un par de pasos y se subió encima de él-.

Monté también, le pregunté a Dniester si estaba bien pero decidió responder simplemente “sí, yo soy fuerte y puedo con los dos, además esta chica no pesa ni la mitad que tú” ¿Dniester halagando a una chica? ¿Qué ha pasado con los pájaros?

-Ahora sí que me podrás decir cuál es tu nombre.

-Oh, es verdad. Me llamo Yui -estaba un poco nerviosa, estábamos a una altura interesante-.

-Oye Dniester, vaya alturitas. Baja un poco, ¿no?

-¿Alturitas? ¿Qué vocabulario es este, Joesu? -me respondió divertido- Estamos cerca de una bandada de tamphilik.

-Eso es bueno, podrían guiar a tus amigos al pueblo -la miré-.

-Vas a usar otra vez esos poderes, ¿no?

-Te he enseñado a usarlos, podrías hacerlo de nuevo.

-No sé muy bien qué hacer.

-¿Ves esos pájaros de allí? -señalé- Piensa en ellos, solo un segundo. Qué pasaría si ellos se acercaran.

-Vale, y qué má... -cuando el tamphilik se posó en su brazo Yui se sobresaltó-.

-Venga, habla con él.

-Ella, si me lo puedes permitir -dijo la tamphilik indignada- ¿Acaso no has visto que no tengo la cabeza negra como los brutos esos?

-Perdón, perdón -dije riéndome-. Adelante, Yui.

-¿Eh? Ah, sí ¿Podrías ayudar a mis amigos a salir del bosque?

-¿Te refieres a los que han achicharrado a Trilo?

-Achicharraron a Trilobuto, ¿dices? -miré a Yui mientras me moría de risa- Entonces, hay más de los que pensaba.

-¿Puedes guiarlos hasta el pueblo? Por favor.

-Tiene pinta de que ellos solitos van a llegar bien pero... Veré qué puedo hacer.

-Vale, gracias.

El tamphilik, perdón, la tamphilik, salió a volar. Se metió entre los árboles y dejamos de verla.

-Dniester, ¿puedes ir un poco más rápido?

-Sí -dijo poniéndose en marcha-.

Llegamos al pueblo, a la casa de luz, uno de los únicos edificios que sobresalían en todo el lugar, excepto el ayuntamiento todo eran casas pequeñas y casi todas de madera. Allí curarían a Yui.

-Necesitamos ayuda, por favor -después de decir esto, una chica apareció por el pasillo-.

-Pasa por aquí, chica.

-Eso me da mal rollo -me dijo mirándome extraño-.

-Siempre da la primera vez pero, no es nada -pensé lo que acababa de decir y empecé a reír-. Eso sonó horrible.

-Demasiado -fue hasta la chica desapareciendo por el pasillo-.

Yo me quedé observando el lugar, las paredes blancas sin ningún motivo, nada colgado en ellas. Solo unos bancos de madera bastante refinados, pensados para poder esperar o para tumbar a alguien en caso de emergencia, decoraban la entrada.
No solía ir mucho por allí, desde pequeño no me ha llamado la atención nada de esto y menos aún con mi familia de por medio.
Escuché voces por el pasillo, Yui ya estaba curada y me dirigí hasta ella.

-¡Eso ha sido alucinante! -confesó-.

-¿Verdad? -le sonreí- ¿Quieres comer algo? El mercado está en las afueras del pueblo, no muy lejos de aquí. Tus amigos tardarán aún en llegar.

-Pero...

-Si lo que te preocupa es el dinero, no hace falta que me lo devuelvas ahora.

Fuimos hasta el mercado y allí compré algunos dulces que devoramos a la velocidad de la luz. Yui se quedó mirando a una chica que estaba hablando con unos tíos detrás de uno de los puestos, parecía estar teniendo una discusión con ellos.

-¡Vamos a ver, eran cuatro billetes, no dos! -se le oía decir-.

-Ya, pero el material no era demasiado bueno que digamos -dijo uno de los tíos-.

-Vamos, no me jodas. Es lo mejor que se puede encontrar ahora, no es una buena época para el contrabando, los mercaderes de...

-Para el carro, yo no te estoy pidiendo explicaciones. No pienso darte cuatro por esa mierda. Soy muy generoso por esos dos -siguió hablando el que parecía el cabecilla-.

-Entonces, devuélvemelo. Hay mucha demanda y... -acto seguido le tiraron los dos billetes a la cara y se fueron con un “adiós” bastante seco-.

-Mira, ojalá les viole un oso mientras duermen. Me cago en mi vida -le pegó una patada a una caja cerca de ella-.

-Tiene cojones el asunto... -dijo Yui-.

-Ya, pero no podemos hacerle nada.

Seguimos andando y de repente a Yui se le cayó el colgante que llevaba y un cuervo lo cogió y salió volando.

-¡¿Pero qué...?! ¡Oye, tú! ¡Devuélveme eso! -el cuervo se posó encima de uno de los tejados de madera de las tiendas, la chica de ante nos miró riendo-.

-Anda, devuélvelo -le dijo al cuervo-.

Éste abrió su pico dejando caer el colgante en manos de la chica. La cuál se acercó a Yui y lo depositó en su mano.

-Aquí tienes, intenta que no se caiga de nuevo, a este -dijo mientras señalaba al que parecía ser su cuervo- le encantan las cosas brillantes.

-Gracias... ¿y tú eres...?

-Svetlana. Bueno, yo... -miró hacia arriba, su cuervo estaba inquieto- Debo irme. Hasta pronto.

Salió corriendo tras su cuervo, a lo mejor debía alimentarlo o algo así. Aunque de una traficante poco se puede saber a ciencia cierta.

-Hasta pronto -dijo Yui moviendo su mano extrañada-. Qué tía tan rara.

-Sí, pero yo le daba.

*Narra Dan*
Siguiendo a un pájaro, lo normal ¿verdad? Nora estaba convencida de que nos estaba llevando hasta Yui.

-¿Estás segura de esto? -dijo Sitka, él estaba igual que yo-.

-Algo me lo dice, no sé porqué -dijo Nora mientras seguía caminando-.

-Yo me fio de ella -añadió Vee-.

-Yo también -dijo Yukari que casi se cae con una raíz de uno de los árboles-. Además no tenemos nada que perder.

Tras un rato caminando y perdiendo aún más las esperanzas de que Nora no estaba loca, se veía el final del bosque. Tanta luz que casi me arden los ojos. A lo lejos se veía una especie de pueblo.

-¡Algo me lo decía! ¿Lo véis? -dijo Nora sonriendo-.

-Vamos al pueblo, con suerte Yui está allí -dijo Vee-.

El pueblo estaba más cerca de los que parecía miré a un lado, había un mercado. Había mucho más ajetreo de lo que pensaba. Los mercaderes gritando para anunciar sus productos, los aldeanos comprando o intentando regatear. Busqué con la mirada una cara conocida y allí estaba, acompañada de un chico.

-Está ahí -la señalé-. Creo que la he visto-

-La habrá atraído el olor a dulces -dijo Vee con cara pensativa mientras comía chocolate ¿de dónde saca tanto?-.

Llegamos y allí estaba. Yukari gritó su nombre y Yui se lanzó a sus brazos casi cayéndolas al suelo.

-Creí que no te encontraríamos -dijo Yukari sobándole el moflete contra el suyo-.

Dejé la escena yuri a parte y miré al chico que estaba con Yui, el cuál empezó a acercarse a mi invadiendo mi espacio personal.

-Oye guapa, ¿cómo te llamas?

-Soy un -me taparon la boca en ese instante-.


-Una tía, una tía, se llama Dana -dijeron riéndose-.
Continuará...

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